El mundo del fútbol perdió a una de sus figuras más representativas e importantes de todos los tiempos: Franz Beckenbauer.

Definir a Beckenbauer solamente como un defensor central sería faltar el respeto al nivel de su juego y la calidad del mismo. Un jugador que inició como mediocampista y al cual sus condiciones para defender lo fueron ubicando en el puesto que terminó revolucionando, la zaga central.

Marca, buen pie, elegancia, solvencia y fuerza; una exquisita combinación engalanaba la lista de capacidades del jugador teutón en sus años de gloria. Tal es así que es considerado como el “inventor” de la función de líbero en la zona defensiva, dada su enorme capacidad de salir jugando con mucha calidad, además de recuperar de forma aguerrida y limpia.

El “Káiser” inició su carrera en la temporada 1963/64 en el Bayern Múnich, club en el cual se convirtió en su máxima leyenda y con el que ganaría la mayoría de sus títulos como jugador.

La realidad del Bayern era distinta hasta antes de la generación de Beckenbauer, Gerd Müller, Sepp Maier y compañía. Un humilde equipo de Baviera que se convirtió en un coloso europeo y mundial gracias a una generación de excelentes jugadores, encabezados por su capitán.

Con la camiseta del elenco bávaro, Franz se llevó la Regionalliga de 1965; la Copa de Alemania en 1966, 1967, 1969 y 1971; la Bundesliga en 1969, 1972, 1973 y 1974. Además de la Copa de Europa (hoy UEFA Champions League) en 1974, 1975 y 1976; así como la Copa Intercontinental de 1976.

En cuanto a su trayectoria como jugador de la Selección de Alemania, logró levantar la Eurocopa de 1972 y la Copa del Mundo de 1974; ambas actuaciones le valieron ser el primer defensor en llevarse el Balón de Oro y el único en ese puesto en llevarse el galardón en dos ocasiones.

Tras su exitosísimo ciclo en el Bayern Múnich, Beckenbauer fue una de las grandes figuras que migró a la extinta North American Soccer League —el primer intento de los estadounidenses de armar una liga de fútbol competitiva— formando parte del mítico Cosmos de Nueva York desde 1977 hasta 1980. Allí se llevó la liga en las temporadas 78, 79 y 80.

El principio de la década de los ochentas lo llevó a su tierra nuevamente, pero esta vez para vestir la camiseta del Hamburgo en las temporadas 80/81 y 81/82; esta última en la cual se llevaría nuevamente la Bundesliga.

Volvió al Cosmos para retirarse en 1983, tras una carrera repleta de éxitos y en la cual fue considerado el mejor jugador en su puesto en todo el planeta, mérito que perdura hasta nuestros días según varias opiniones, sobre todo de quienes tuvieron la fortuna de verlo jugar.

Continuó ligado al fútbol como entrenador, siendo su primera experiencia nada más y nada menos que como técnico de su selección nacional en el año 1984, cargo en el cual estuvo hasta 1990; año en el cual el “Die Manschaft” consagró campeón en el Mundial de Italia; vengando la final perdida en 1986 ante Argentina en México.

De esa forma, Beckenbauer se convertía en el segundo hombre en toda la historia en levantar el trofeo de campeón mundial como jugador y como entrenador (el primero fue Mário Zagallo de Brasil) y el primero en hacerlo como capitán y luego como entrenador (logró que repetiría Didier Deschamps con Francia, ganando en 1998 y 2018).

Tras su paso por la selección, dirigió al Bayern Munich en dos ocasiones: de diciembre de 1993 a junio de 1994 y de abril a junio de 1996. En ambas etapas supo cosechar títulos: la Bundesliga de la temporada 93/94 y la Copa de la UEFA (hoy en día UEFA Europa League) en la temproada 95/96.

Fue presidente del Bayern Munich desde 1994 hasta 2009 y una vez abandonó el cargo, fue nombrado presidente honorario. También fue vicepresidente del comité ejecutivo de la Federación Alemana de Fútbol entre 1998 y 2010, así como también presidió el comité organizador del Mundial Alemania 2006 e integró el Comité Ejecutivo de la FIFA entre 2007 y 2011.

Franz Beckenbauer murió este domingo a los 78 años en Salzburgo, Austria; lugar en el cual se había instalado hace unos años, rodeado por su círculo familiar más íntimo. La información fue dada a conocer oficialmente este lunes. Su muerte se dio de causas naturales, tras haber enfrentado diversos problemas de salud.

Con él se van un sinfín de historias y recuerdos de gloria, pero quedan sus logros y su trayectoria como parte imborrable de la memoria colectiva de aquellos que disfrutan del deporte rey, tanto los que fueron contemporáneos a él como los que debieron conformarse con observar sus hazañas a través de la magia de la tecnología. Una figura que realmente no murió, sino que se convirtió en leyenda.