El año comenzó de la peor manera para la familia Maldonado, quienes en un voraz incendio perdieron todo lo que tenían. Hoy, duermen bajo un árbol e intentan volver a construir aquello que las llamas les arrebató.
A lo largo de 27 años, la familia Maldonado construyó su hogar a base de esfuerzo y trabajo. Sin embargo, la travesura de un niño terminó provocando un incendio, hoy su familia duerme en la calle, y busca reconstruir su hogar.
“No podía creer cuando vi el humo. Llegué y pregunté por mi hijo. No lo veía y me desesperé. Después me dijeron que estaba hablando con la policía”, detalló Cristina a Tiempo de San Juan sobre el momento en que descubrió que se había desatado un incendio.
La mujer, quien padece diabetes y está en silla de ruedas, regresaba del médico cuando se topó con un intenso incendio en el interior de su casa. Lo único que se le pasó por la cabeza, según su relato, fue su hijo, su nuera y sus tres nietos, quienes habitan también el domicilio.
Por estos días, “viven como pueden”. Cristina, su esposo e hijos, uno de ellos casado y con tres hijos, resisten debajo de un olivo que sobrevivió al incendio y se encuentra en el fondo de la casa. Hoy, ese árbol que sobrevivió a las llamas se convirtió en refugio, lugar de contención y muchas veces, un lugar para dormir.
“Estamos acampando, pero en la noche tratamos de irnos a otro lado. Pusimos un nylon en el olivo para que nos dé un poco de sombra. No tenemos baño, ya que no entramos por miedo a que se derrumbe; está todo quemado y roto”, relata la mujer.
¿Qué fue lo que provocó el voraz incendio?
Fue la travesura de un niño lo que desató el fuego. Primero, las llamas comenzaron a expandirse en una de las habitaciones y luego, en el resto de la vivienda.
En cuestión de segundos, el fuego se propagó y no pudieron salvar nada. Ni siquiera la fuente de trabajo de Cristina, una máquina de coser con la que hacía trabajos de modista.
Mientras tanto, los hombres de la familia intentan volver a reconstruir lo que alguna vez fue su hogar. Ya tiraron abajo las paredes que generan peligro para todos y sacaron los escombros a la vereda. Esperan por una donación de palos para poder armar, aunque sea, dos habitaciones.
“Mi esposo es albañil y mis hijos, uno peluquero y el otro hace changas. Entre todos están intentando armar las dos piecitas; pidieron vacaciones en sus trabajos para poder hacerlo. Por suerte estamos en verano y se puede pasar toda esta situación, en invierno hubiese sido más difícil”, cierra la mujer con esperanza de que lo que alguna vez fue su hogar, vuelva a serlo.