Han pasado dos décadas desde aquel 1 de agosto de 2004, cuando el fuego consumió la vida de muchos paraguayos en el “Ycuá Bolaños”. Esta tragedia marcó a fuego la historia del país y dejó una herida abierta en el corazón de todo un pueblo.

La memoria colectiva paraguaya no puede ni debe olvidar. Cada año, en esta fecha, se recuerda a las víctimas, sus sueños truncados, el dolor de sus familias y amigos.

A sus 7 años, Tatiana Gabaglio, vivió una experiencia traumática que marcó un antes y un después en su vida. Aquel 1 de agosto, mientras realizaba compras con su vecina y su hija en el concurrido centro comercial, una serie de explosiones sacudió el lugar.

“Era un domingo, se respiraba un ambiente festivo. De repente, escuchamos una fuerte explosión proveniente del patio de comidas. Todos nos asustamos y comenzamos a correr hacia la salida, pero las puertas estaban cerradas”, recuerda Tatiana. “Lo único que veía eran llamas y personas corriendo desesperadamente”.

A causa de la explosión, Tatiana recuerda vívidamente el pánico que se apoderó de ella. Mientras el supermercado se convertía en un infierno, un panel del cielorraso, derretido por las llamas, cayó sobre su pierna, atrapándola entre los escombros. Tras una semana de agonía, los médicos se vieron obligados a amputarle la pierna. Sin embargo, su espíritu indomable la ha impulsado a superar esta terrible experiencia y convertirse en un ejemplo de fortaleza.

El incendio de Ycuá Bolaños no solo dejó una profunda huella en la vida de Tatiana, sino que también desencadenó una serie de cambios en la sociedad paraguaya.

Hoy, junto a miles de paraguayos, se recuerdan a las víctimas del Ycuá Bolaños y se celebran la vida de los sobrevivientes como Tatiana. Su valentía y su resiliencia inspiran a seguir adelante, unidos en la búsqueda de un futuro más seguro para todos.