En Ñemby, una familia perdió a su perro tras confiarlo a una guardería informal. El supuesto veterinario devolvió al animal en estado de descomposición, sin ofrecer explicaciones claras ni asumir responsabilidades.
Una tragedia inesperada marcó la Navidad de una familia en Ñemby, cuando Tom, su perro de 14 años, falleció luego de ser entregado a un supuesto veterinario para su cuidado en una “guardería” recomendada por una amiga de la familia, cuyo nombre y ubicación no han sido completamente identificados.
El 23 de diciembre, alrededor de las 22:30, un hombre que se hace llamar “Salin” llegó al domicilio de la familia en Ñemby para recoger al pequeño Tom. Según se informó, el veterinario opera en un dudoso local ubicado en J. Augusto Saldívar, pero no cuenta con referencias verificables.
Tras dos días sin recibir noticias claras sobre el estado del animal, el 25 de diciembre, la dueña envió repetidos mensajes al veterinario. Aunque este respondió brevemente, afirmó que Tom estaba bien, pero se negó a enviar fotografías. Ante la creciente desconfianza, la familia exigió la devolución de su mascota, pero sus solicitudes fueron ignoradas durante días.
Finalmente, el viernes 27 de diciembre, el supuesto veterinario informó que Tom había muerto, sin proporcionar detalles sobre las causas o circunstancias del fallecimiento.
El mismo día, el hombre llegó a la casa de la familia con el cuerpo de Tom en estado de descomposición, envuelto en una bolsa. Se negó a explicar lo ocurrido, emitir factura o devolver el pago anticipado.
La familia Insaurralde, profundamente afectada, sospecha de negligencia y mala praxis. Además, señalaron que la amiga que recomendó los servicios del supuesto veterinario se niega a proporcionar información adicional, generando aún más incertidumbre sobre la identidad y profesionalismo del sujeto.
La familia planea tomar acciones legales para esclarecer lo ocurrido y evitar que otros pasen por una experiencia similar.