El segundo lago del país dio paso a un enorme desierto por el calor y la sequía. El Titicaca está amenazado por la contaminación y su dramática baja en el nivel de agua.
Bolivia vive una profunda crisis con sus recursos de agua. El lago Poopó, el segundo del país, se convirtió en un desierto al quedarse sin una gota. Y el lago Titicaca se está secando y a medida que se reduce su extensión, aumenta el nivel de contaminación.
El Poopó es – era – el segundo en extensión, pero desapareció. El gran calor y la sequía inédita han hecho que se seque por completo. Los expertos del país y del extranjero dicen que es otra muestra más de los terribles efectos del cambio climático.
De segundo lago del país a un desierto absoluto
El lago Poopó tenía una entensión de 90 km de largo por 28 km de ancho aproximadamente y un área de 2.337 km². A una altura de 3.686 metros, está conectado con el Titicaca, el más grande del país, a través del río Desaguadero, pero ni ese vínculo sirvió para mantenerlo con agua, aunque sea en su mínima expresión.
El lago Poopó estaba en una situación muy precaria desde el punto de vista de su disponibilidad hídrica. La fuerte evaporación de agua, las bajas lluvias y el bajo caudal que vierte el desaguadero no permitieron que el lago pudiera mantener un mínimo nivel y se secó.
El lago, además, tenía agua salada. Con el aumento de la evaporación aumentó el nivel de salinidad y comenzó a afectar la vida de plantas y animales en el lago.
Toda esta situación se conoce desde hace años en Bolivia, pero la falta de una política específica para esta cuestión impidió hacer las obras necesarias para impedir lo que finalmente ocurrió: un lecho seco con restos de canoas que se hundieron en algún momento. Es lo único que quedó como recuerdo del lago.
Un desastre ecológico
La evaporación total del lago Poopó tiene enormes consecuencias para el medio ambiente y la naturaleza. Ayudaba a regular los niveles de agua del propio Titicaca y del río desaguadero. También el nivel de salinidad.
La fuerte contaminación que sufrió por las actividades mineras que provocan un drenaje ácido de roca y de mina, sedimentos de colas y desmontes afectó su ecosistema mientras se iba evaporando.
Al carecer de obras de cuidado del medio ambiente, esas aguas contaminadas también afectan el agua que podía utilizar el ser humano. Por ejemplo, sus elevados niveles de elementos como plomo, zinc, arsénico y plata hicieron inconveniente el uso del agua del Poopó para riego en cultivos.
Pero, además, tiene un impacto devastador en la flora y fauna del lugar.
El agua. que iba en disminución constante comenzó a tener un mayor registro de salinidad. Eso afectó a las plantas del lago y también aumentó la mortandad de peces.
Con esa alteración, las aves de Poopó comenzaron a emigrar. Albergaba a gallaretas, chocas, gaviotas andinas, patos, gansos, lechuza conejera, el suri, que es la doncella andina, y muchos más. También es una de las cinco especies autóctonas de flamencos que existen en Sudamérica. Una variante del flamenco colorado dejó el lago tiempo antes de su sequía definitiva.
En total, unas 200 especies perecieron o se mudaron a otras áreas.
Parias ambientales en Bolivia
Alrededor del lago vivían muchas familias que tomaban de sus aguas todo lo necesario para vivir. Los pobladores de la zona recuerdan que, por ejemplo, hasta no hace muchos años, la pesca era muy abundante. En uno de los últimos censos, en 2012, había 393 personas que vivián en la zona gracias a los recursos del Poopó.
En un momento, con la pesca de 5 días, ganaban los recursos suficientes como para vivir durante un mes. Pero con la sequía todo comenzó a cambiar. No solo la pesca se hizo más difícil por la desaparición de especies. Las que quedaron, redujeron su tamaño para sobrevivir, como los pejerreyes, que se redujeron a menos de la mitad. Insuficientes para abastecer el modo de vida.
Esto hace visible el problema del que ya advirtió hace más de una década la agencia del clima de Naciones Unidas. Se trata de los definidos como “parias climáticos”. Es decir, personas que deben abandonar sus lugares en que viven porque el ambiente se transforma en hostil para la supervivencia. Condenados a migrar de la misma manera y con las mismas carencias que los refugiados por una guerra.
Así están los habitantes de la zona del lago Poopó. El lago se “rellenaba” naturalmente cada 25 años. Pero ahora, se secó por completo. Como dicen los moradores que ahora enfrentan una migración obligada: “Está cansada nuestra Pacha mama” (la madre tierra).