El término “Nomofobia”, derivado de “no mobile phone fobia”, describe la ansiedad, malestar y nerviosismo al no estar en contacto con un teléfono móvil o una computadora.
En una era donde la tecnología se teje en el tejido social, el reloj marcó la medianoche en París durante el año nuevo, una imagen icónica surgió, trascendiendo fronteras: miles de personas, en vez de abrazos y buenos deseos, se vieron sumergidas en las pantallas de sus celulares. La escena se volvió viral en redes sociales, reflejando un patrón global que expertos han denominado como “Nomofobia”.
La expresión, deriva de “no mobile phone fobia”, describe la ansiedad, malestar y nerviosismo al no estar en contacto con un teléfono móvil o una computadora. Más allá de simplemente ser una adicción al teléfono inteligente, este fenómeno transforma las interacciones sociales y afecta la percepción de la realidad.
Investigadores suizos, del Instituto Tropical y de Salud Pública de Suiza y la Universidad de Ginebra, han realizado estudios concluyentes sobre esta creciente tendencia. Alarmantemente, revelaron que el 89.9% de las familias utilizan o poseen un teléfono celular, subrayando la penetración masiva de esta tecnología en todos los estratos sociales.
El uso desmedido de estos dispositivos ha dado lugar a la aparición de conductas perjudiciales, una de ellas conocida como “phubbing”, ignorar a alguien durante una conversación para atender el celular. Este comportamiento, que incluso se introdujo en el diccionario australiano en 2013, refleja la interferencia de la tecnología en la comunicación interpersonal.
La adicción a los teléfonos inteligentes va más allá de las llamadas y mensajes; el acceso a Internet, las redes sociales y los juegos en línea ha incrementado su demanda, pero también ha desencadenado efectos adversos. La sobreexposición a estos dispositivos se ha asociado con la depresión, ansiedad y problemas de atención, según investigaciones realizadas en varios países.
Más de 320 millones de personas en el Reino Unido sufren de nomofobia, mientras que en Paraguay, el 15% de estudiantes de medicina reportan casos severos. A pesar de la falta de estadísticas formales en Argentina, la creciente prevalencia de esta problemática sugiere una necesidad urgente de comprender y abordar sus implicaciones.
Los efectos de esta adicción, hasta ahora, se han enfrentado principalmente con psicoterapia, ocasionalmente complementada con medicamentos como benzodiazepinas y antidepresivos. Sin embargo, la clave para superar esta dependencia comienza con el reconocimiento del problema y la adopción de prácticas para reducir el uso excesivo, como limitar el tiempo de pantalla y fomentar la interacción social cara a cara.
Con más de 7.56 billones de smartphones en el mundo y una proyección al 2025 que alcanza el 8.33%, la omnipresencia de estos dispositivos resalta la importancia de comprender y abordar las implicaciones de su uso excesivo.
La nomofobia y sus consecuencias están marcando una realidad cada vez más palpable en todas las generaciones, evidenciando la necesidad de no solo reconocer, sino también enfrentar esta adicción invisible que transforma nuestras vidas en una relación silenciosa pero dominante con la tecnología.