Durante un operativo realizado en Barrio Obrero, agentes constataron que un adolescente de 15 años estaba trabajando para el Clan Rotela. El menor, encargado de “campanear” o vigilar la zona para alertar sobre la llegada de personas extrañas, reveló su vínculo con el grupo criminal.
El joven llevaba dos tatuajes relacionados con el clan: uno con el lema de la organización en su pierna y otro en el pecho con las iniciales RLP (Roberto L. Pettit), identificando la célula en la que fue reclutado.
Las autoridades presumen que estas tareas de vigilancia son parte de las etapas iniciales de adoctrinamiento dentro de la estructura criminal. Según investigaciones, estos menores luego son involucrados en actividades delictivas más graves, como la distribución de drogas e incluso el sicariato.