Un grupo de once paraguayos y una ciudadana griega logró completar una desafiante travesía por la cordillera del Himalaya, hasta uno de los campamentos base del monte Everest, la cima más alta del planeta, donde plantaron con orgullo la bandera tricolor. Los acompañaron dos guías locales y sherpas, quienes apoyaron al equipo en el transporte de equipamientos.

La expedición tuvo de líder a Favio Patiño, quien relató las dificultades que enfrentaron desde el inicio del recorrido. El vuelo hacia Lukla, Nepal, conocido como uno de los aeropuertos más peligrosos del mundo, se canceló por falta de visibilidad. “Debíamos hacer la subida en ocho días y el descenso en cuatro, pero finalmente bajamos en solo tres días, fue más rápida la bajada”, detalló.

Asimismo, habló sobre la aclimatación: En Paraguay no tenemos mucha altura. Cuando vas subiendo montañas, a más altura, más frío y menos oxígeno. El cuerpo necesita tener más aclimatación, lo que significa que el cuerpo se acostumbre al nivel de oxigenación que hay en tal altura”, explicó.

Patiño también comentó que el proceso de adaptación varía en cada persona. “Uno nunca sabe cómo le va a afectar la altitud”.

A diferencia de otras cordilleras como los Andes, donde es común el uso de hoja de coca para mitigar los efectos de la altura, en el Himalaya los recursos naturales disponibles son distintos, según contó. “El remedio natural es la sopa de ajo. También mascamos palitos de canela, que también ayudan un poco con la altura”, agregó el líder del grupo.

La expedición no solo representa un logro personal para los participantes, sino también un testimonio del esfuerzo, la preparación y la determinación que requiere enfrentarse a uno de los terrenos más desafiantes del mundo. Para los paraguayos, el Everest ya no solo es una referencia geográfica lejana, sino un punto conquistado con el esfuerzo de compatriotas decididos.