La Organización Mundial de la Salud (OMS) define al alcoholismo como una enfermedad que afecta el funcionamiento físico, mental y social de una persona, siempre que el consumo de alcohol forme parte del origen de esos trastornos.
Aunque la medicina desarrolló tratamientos eficaces para su control, pero aún no hay una cura definitiva. El alcoholismo, al igual que la diabetes o el cáncer, requiere un abordaje constante y especializado para evitar su progresión.
El médico psiquiatra Manuel Fresco explicó que no se trata de una afección que pueda “curarse” en sentido estricto, pero sí puede detenerse su avance. “Con un tratamiento adecuado se detiene este proceso de cronicidad y de agravamiento del cuadro”, sostuvo.
Fresco destacó que la señal más clara de que alguien tiene un problema con el alcohol es la pérdida de control. “El elemento más importante para decir que una persona tiene un problema, es la pérdida de control, que cuando comienza a tomar no puede frenar”, afirmó.
➡️ "De cada diez personas, una o dos van a tener problemas con la bebida", doctor Manuel Fresco.
— América Paraguay (@AmericaTVPy) April 29, 2025
También subrayó la importancia del reconocimiento personal como punto de partida para iniciar la recuperación.
El doctor advirtió además que uno de los errores más frecuentes entre los pacientes es pensar que, tras un periodo de abstinencia, podrán volver a beber de manera moderada. “Es como que un diabetico piense que después de un tiempo de regular su azúcar puede comer normalmente como una persona que no tiene”, remarcó.
El alcoholismo, por tanto, no debe abordarse con soluciones temporales ni con actitudes permisivas. Requiere un compromiso permanente con el tratamiento y el apoyo profesional para evitar recaídas y sostener el bienestar a largo plazo.