En este mes de septiembre se produjeron las mediciones más preocupantes desde 2015. La disminución de la capa de Ozono no filtra la radiación ultravioleta que afecta a la piel del ser humano.

La capa de ozono en la atmósfera, sobre Latinoamérica registra una disminución en sus valores como no sucedía desde 2015. Es un factor de peligro ante las emisiones de rayos ultravioleta que desprende el sol y no encuentran su barrera natural: la capa de ozono.
La vida es un milagro. La frase hecha en realidad tiene muchísimo de verdadero. Desde lo más básico, como se combinan moléculas de una manera – y no de otra – para desarrollar seres vivos. Entre ellos a nosotros, la especie humana. Además de los imponderables de la vida.
Pero también tenemos un escudo protector de varios niveles en la Tierra. La atmósfera que nos provee el aire imprescindible para vivir y la capa de ozono, un gas que en los niveles altos de la atmósfera nos protegen de la radiación ultravioleta del sol.

Si la capa de ozono no existiera, la radiación solar nos mataría. Ahora bien (o no tan bien) los expertos en analizar el clima y fenómenos atmosféricos lanzaron una alerta para la Argentina que es uno de los países más afectados por este fenómeno. La capa de ozono se debilito y se forma lo que se llama “un agujero de ozono”.

Para peor, la alerta dice que, en esta semana, puede volver a repetirse el fenómeno. El agujero no se “cierra” mágicamente y si las temperaturas comienzan a subir, el problema es aún más delicado.

El regreso de un enemigo peligroso:

Como en tantas otras cosas vinculadas con el ambiente, la actividad del ser humano contribuyó a su deterioro. En la última parte del siglo XX, lo científicos descubrieron que el uso de los gases de Clorofluorocarbono (CFC) daña a la atmósfera.

Gases encontrados que se utilizan para la fabricación de productos como insecticidas, repelentes y desodorantes. También en los equipos de aire acondicionado de todo tipo: heladeras de hogar, autos, y refrigeración a escala industrial.

El CFC sube y permanece mucho tiempo en la atmósfera. Ahí el flúor se combina y daña al ozono, facilitando la aparición del peligroso agujero.
Desde la adopción del Protocolo de Montreal en 1987, se eliminaron las emisiones de CFC y se los reemplaza por gases no tan dañinos como el flúor en la atmosfera. El cambio dio resultado y hubo progresos significativos de la recuperación de la capa de por ese lugar, los rayos ultravioletas encuentran menor resistencia y siguen su camino a la superficie de la Tierra. Sin protección se pueden sufrir lesiones leves quemaduras, pero también hasta tumores en la piel.

Una peligrosa disminución de la capa de Ozono:

Se llama “agujero” al adelgazamiento de la capa de ozono que se repite en los meses más cálidos del año en el hemisferio sur. Al ser menos consistente, los rayos ultravioletas llegan con mayor potencia de lo que es aconsejable para nuestra salud.

Este fin de septiembre trae la mala noticia ya registrada. La capa de ozono se ha adelgazado a niveles no observados desde 2015. Tanto que desapareció las prevenciones que acompañan las partes meteorológicas diarias. Tan importante como saber si iba a llover o hacer frío, un día de sol o nublado, resulta que conocer el índice de radiación UV provocado por la disminución de la capa de Ozono.

Este problema regreso, el pasado 22 y 23 de septiembre, el nivel de la capa se ubicó en niveles preocupantes. Justo sobre la provincia de Tierra del Fuego, con una extensión comparable a su geografía. Eso afecta a las personas que se exponen a los rayos ultravioletas que llegan desde el sol. Siempre hay que cuidarse, pero en estos casos más: anteojos, gorros y cremas protectoras para no broncearse (o quemarse la piel) son imprescindibles.

Para peor, la alerta dice que, en esta semana, puede volver a repetirse el fenómeno. El agujero no se “cierra” mágicamente y si las temperaturas comienzan a subir, el problema es aún más delicado.

El regreso de un enemigo peligroso
Como en tantas otras cosas vinculadas con el ambiente, la actividad del ser humano contribuyó a su deterioro. En la última parte del siglo XX, lo científicos descubrieron que el uso de los gases de Clorofluorocarbono (CFC) daña a la atmósfera.

Gases encontrados que se utilizan para la fabricación de productos como insecticidas, repelentes y desodorantes. También en los equipos de aire acondicionado de todo tipo: heladeras de hogar, autos, y refrigeración a escala industrial.

El CFC sube y permanece mucho tiempo en la atmósfera. Ahí el flúor se combina y daña al ozono, facilitando la aparición del peligroso agujero.
Desde la adopción del Protocolo de Montreal en 1987, se eliminaron las emisiones de CFC y se los reemplaza por gases no tan dañinos como el flúor en la atmosfera. El cambio dio resultado y hubo progresos significativos de la recuperación de la capa de ozono. Pero como dijimos, el CFC se acumula en la atmósfera y el flúor seguirá por otros 50 años que preocupa a los expertos.

Pero ahora, nuevamente, la capa se debilita en el cono sur a medida que comienza a elevarse la temperatura. Una pésima combinación para la salud.